13 de abril de 2012

Psicología y salvamento: análisis psicológico de la secuencia de actuación (II)

Psicología y salvamento: análisis psicológico de la secuencia de actuación (II)
Por SONIA PRIETO GONZALEZ y CARLOS VALES PORTO (Profesores de Salvamento Acuático) para BLOG SEDE

Cuando en el artículo inicial señalábamos que debemos analizar al máximo todas las posibilidades, estábamos introduciéndonos en uno de los pilares básicos del Salvamento. Si queremos conocer a la perfección algo en concreto, debemos comprender todos y cada uno de los pasos o fases que componen ese algo: en Salvamento llamamos a esto "Secuencia de Actuación" (Palacios Aguilar, José).



Ésta abarca desde la percepción de un determinado problema, hasta la resolución práctica del mismo:
  • Percepción del problema
  • Análisis de la situación
  • Toma de decisión
  • Ejecución de las acciones elegidas
  • Evaluación final del Salvamento

PERCEPCIÓN DEL PROBLEMA

Con respecto a esta fase, cabe destacar las vías o medios que Socorrista Acuático posee, que no son otros que los órganos de los sentidos. Para ello deberá servirse principalmente de la vista y el oído, pues son estos los que aportan una mayor información externa. Partiendo de esta base, podrá y deberá servirse de cualquier medio auxiliar que esté a su alcance para conseguir la mayor información posible (Ej: prismáticos).
Una vez mencionado esto, se debe conocer a la perfección los estímulos que pueden indicarnos en un momento dado que existe un problema concreto. Estos son generalmente:
  • Gritos o alaridos (de auxilio o socorro)
  • Movimientos desesperados de los brazos y cabeza, "buscando" la superficie del agua (estos movimientos son generalmente simétricos, descontrolados, y con un nivel de fuerza por encima del normal).
Una vez que el Socorrista Acuático percibe estos estímulos, debe poner en marcha todo el mecanismo de actuación para solucionar el problema, pero se plantea una enorme dificultad:

Normalmente, el entorno que se está vigilando presenta una serie de continuos estímulos que coinciden en gran medida con los anteriormente mencionados. En general, los usuarios que acceden a una playa o a cualquier instalación acuática lo hacen con un motivo claro, que es el descanso, el ocio o la recreación. Por lo tanto, un elevado porcentaje de los "bañistas" necesita desahogarse de la carga de estrés acumulada durante toda la semana, el mes o el año, caracterizada mayormente por un trabajo aburrido y cotidiano, por una gran carga de "labores" caseras mal agradecidas y nunca pagadas, o un colegio en el que hay que permanecer largas horas en posiciones estáticas y en el cual eliminan cada vez más el elemento lúdico.

Todo esto conduce a un comportamiento característico, que se sale de la normalidad, de forma que podremos observar como la gente corre por la arena, juega, salta, chapotea el agua, se zambulle de formas irracionales, grita, se mueve descontroladamente, etc.

Llegamos entonces a una conclusión clara: los estímulos que pueden indicar a un Socorrista Acuático que una persona se encuentra en problemas son claros e intensos, pero se convierten en confusos debido al entorno en que se encuentra, en el cual se producen otros estímulos muy similares en cuanto a la forma e intensidad, de ahí que la fase que estamos analizando sea vital para la consecución del objetivo primordial:

La seguridad del accidentado.

Sumado a esto, debemos señalar que la labor de vigilancia se complica enormemente si tenemos en cuenta las características en que se realiza:
  • Altas temperaturas.
  • Largos periodos de vigilancia.
  • Escasez de recursos humanos y materiales.
  • Cansancio debido a la larga jornada de trabajo (normalmente 8 horas)
  • Estado de cierta "relajación" a causa de largos períodos en los que "no sucede nada" (relajación que debe evitarse , a cualquier precio)
En definitiva, la fase en la que el Socorrista Acuático percibe un determinado peligro es problemática, porque llega a perder ese estado de "atención" necesario, debido a los largos periodos de vigilancia a los que se ve sometido, lo cual hace que "baje la guardia", porque es materialmente imposible mantener una actitud de alerta durante 8 horas diarias, 30 días al mes, y 3 meses al año (temporada de verano), y en condiciones de calor excesivo, de falta de medios de protección propia (gafas de sol, gorras), etc.

La atención del Socorrista Acuático debe ser por lo tanto, externa, extensa, mantenida y selectiva:
  • Externa: Los estímulos que vamos a percibir proceden del medio externo.
  • Extensa: Normalmente, el área que es necesario cubrir es muy amplia, debido a la escasez de recursos humanos, técnicos y materiales, así como a las características del propio entorno (generalmente natural).
  • Mantenida: En referencia a los anteriormente señalados turnos de vigilancia, demasiado amplios, con el consiguiente peligro de que se nos escape alguna cosa, ya que a medida que pasa el tiempo, la capacidad de alerta decrece.
  • Selectiva: El Socorrista Acuático debe seleccionar aquellos estímulos que interesan de los que le pueden confundir, evitando "falsas alarmas".

ANÁLISIS DE LA SITUACIÓN

Este punto, junto con el siguiente, va a ser responsable de la posterior actuación del Socorrista Acuático puesto que determinará en gran medida el acto de Salvamento, pudiendo facilitar o dificultar el mismo considerablemente.
En él se debe poner en tela de juicio todas y cada una de las posibilidades de acción, de forma que se analicen los posibles pasos a realizar, los medios humanos y materiales a utilizar, las trayectorias a seguir, las formas de entrar o no al agua, las técnicas precisas, y en definitiva todo aquello que pueda llegar a formar parte de la puesta en práctica del Salvamento, procurando en todo momento simplificarla al máximo, y hacerla lo más efectiva (que no llamativa o escandalosa) posible.

Cabe destacar que este es un paso muy importante, ya que debe realizarse inmediatamente después de que se percibe el problema, y de la forma más rápida y efectiva posible. Es aquí cuando se "disparan" todos los mecanismos físicos que conducen al individuo a una situación de estrés. Si en este momento no se es capaz de sobreponer a todo esto, la situación se desborda y produce en dudas, falta de confianza, angustia, temor, etc., lo cual puede perfectamente anular la respuesta al problema, o en el mejor de los casos dificultarla mucho.


TOMA DE DECISIÓN

Esta fase está intimamente ligada a la anterior, creando en nosotros una gran duda de si realmente se suceden separadas en el tiempo, o por el contrario se entrelazan de forma que se analicen y planteen posibilidades y decisiones conjuntamente, pudiendo incluso entrar en una fase de feedback en la cual se replantean soluciones ante los posibles cambios que se produzcan durante toda la secuencia de Salvamento (recordemos que estamos refiriéndonos a un entorno y unas circunstancias propias o ajenas que cambian constantemente).
En cualquier caso, el objetivo siempre será el de decidirse por unas posibilidades concretas, que conduzcan a la consecución de los objetivos de la mejor forma posible.

Es aquí donde la duda se "apodera" del individuo, ya que en gran cantidad de ocasiones será muy difícil determinar cual decisión será la más apropiada para cada caso concreto.

Suele ser éste el punto culminante, en el cual se produce un mayor nivel de estrés o ansiedad, ya que se puede adentrar en un "círculo vicioso" en el que el Socorrista Acuático a medida que se siente más "nervioso" duda más, pierde progresivamente la confianza en sí mismo, aumenta el miedo al fracaso, y a medida que esto sucede, aumenta de nuevo ese estado de nerviosismo, estrés, ansiedad o como queramos llamarle. A esto le sumamos la gravedad de la situación, que obliga a actuar rápidamente, ya que de lo contrario peligra la vida de una o varias personas.

Por otro lado, existe el enorme peligro de que suceda lo contrario, de forma que se actúe precipitadamente, y esto pueda acarrear innumerables problemas por no haber tomado en cuenta las medidas necesarias.

Esta precipitación debe sustituirse por la presteza, es decir, un cálculo rápido y eficaz que permita decidir con acierto las acciones.


EJECUCIÓN DE LAS ACCIONES ELEGIDAS

Es este el paso en el cual se debe poner en práctica todo lo anterior, y que consta de las siguientes acciones, que no tienen por qué darse necesariamente en su totalidad (Palacios Aguilar, José):

  1. Entrada al agua.
  2. Aproximación al accidentado.
  3. Control.
  4. Método de remolque.
  5. Extracción del agua.
  6. Diagnóstico y aplicación de los Primeros Auxilios.

En cuanto al nivel de estrés del Socorrista Acuático, cabe destacar que desde el momento en que empieza a actuar, generalmente éste disminuye, pudiendo afectar en menor o mayor medida, dependiendo del tipo de persona, sus experiencias anteriores, sus conocimientos teórico-prácticos, etc.

Así como en las fases anteriores afirmábamos que el componente psicológico podía anular o bloquear al físico, una vez se ha superado esta "barrera" y se ha puesto en marcha todo el mecanismo práctico, a nuestro entender es difícil que se pueda volver a caer en este peligro, pero eso no quiere decir que no pueda influir de algún modo. Desde el momento en que empieza a moverse, a correr por la arena, a nadar, etc., sus acciones pueden verse influenciadas por el estrés a nivel de actuar precipitadamente, no tomar las necesarias precauciones, cometer errores que jamás se habían cometido, o dudar a la hora de utilizar una u otra técnica específica; precisamente por esto se deben conocer las técnicas psicológicas adecuadas para que en las fases previas se domine la situación de tal forma que el indivíduo sea perfectamente capaz de estructurar mentalmente todas las posibilidades y soluciones, y se produzcan las mínimas dudas posibles, llegando a realizar la parte práctica con una total concentración en nuestras acciones, y sin el menor riesgo de cometer errores.

Cabe destacar en esta fase ciertos momentos en que el nivel de estrés puede aumentar, pudiendo influir de forma negativa en las acciones:
  1. Puesta en marcha: el inicio puede representar una parte muy problemática, ya que en ella debemos coger el material necesario, avisar a otros compañeros, pedir ayuda, trazar una trayectoria, etc. Si cogemos un material inadecuado o nos olvidamos de pedir ayuda, dificilmente lo podremos hacer una vez estemos aproximándonos al accidentado. 
  2. Control del accidentado: en el momento de la toma de contacto con el accidentado, sea directa o indirectamente, se puede agravar considerablemente la situación, sobretodo si no se lleva material auxiliar o de Salvamento. Si en este momento el accidentado se agarra al Socorrista o le complica la toma de contacto, éste puede llegar a alcanzar un nivel de estrés muy alto, debido a que sumamos la situación psicológica a un nivel de cansancio físico elevado. Es por ello que siempre se recomienda utilizar una embarcación, o material específico de Salvamento, o incluso cualquier material auxiliar que pueda proporcionar una cierta seguridad y por tanto tranquilidad, a la hora de tomar contacto con el accidentado.
  3. Aplicación de Primeros Auxilios: una vez extraído el accidentado del agua y llevado a un lugar seguro, existe la posibilidad de que el Socorrista tenga que aplicar una Reanimación Cardio Pulmonar u otras atenciones de importancia, con lo cual deberá aplicar de forma correcta y precisa los conocimientos teórico-prácticos aprendidos para tal efecto. Normalmente debido al gran cansancio físico acumulado se pueden producir dudas que aumenten el nivel de ansiedad o estrés de forma considerable. Por todo ello, la formación teórica y práctica en los cursos de Salvamento debe ser la mayor y mejor posible, de modo que se sitúe al alumno en situaciones muy complejas, a ser posible lo más parecidas a la realidad, tanto desde el punto de vista físico como psíquico (por ej.: juegos de simulación, pruebas teórico-prácticas combinadas, exámenes orales, etc.)

Imagen | http://rethymnonphotos.com


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