1 de agosto de 2012

El campamento paralelo: ¿cómo es un niño de 3/4 años? (II)

El campamento paralelo: ¿cómo es un niño de 3/4 años? (II)
Por FEDERICO PIZZORNO 
Profesor de Educación Física
U. FASTA S. C. Bariloche - Argentina
para BLOG SEDE (2004)


¿Cuáles son sus características y conductas? 

Rasgos que los individualizan (Stone L.J. y Church J. Niñez y Adolescencia.. Cap 9 El niño preescolar).


Continuación del artículo: Campamento paralelo.



Los niños de tres y cuatro años manifiestan su personalidad, pensamientos y emociones en palabras y actos. Son muy transparentes demostrando así sus limitaciones preceptuales creativas, imaginativas y desconcertantes a la vez.

Observa a las personas de su entorno e intenta imitarlas.

Las aptitudes lingüísticas se amplían y se vuelven más complejas. El niño adquiere algunas de las capacidades del filósofo contemplativo. Hace intervenir el lenguaje en el proceso de asimilación del mundo. Escucha cuentos, los comenta y los reproduce.
A esta edad el niño sufre menos limitaciones internas en los intentos de formular su experiencia y conoce menos restricciones de origen social que en los años que vendrán, lo que hace que este sea un periodo de máxima espontaneidad. Con esta actitud abierta el niño, nos ofrece notables intuiciones sobre su propio mundo y aún sobre el mundo adulto.

El niño encuentra una identidad en cuanto miembro de una familia, que sigue siendo su marco de referencia primordial, pero comienza el lento proceso de hallar su lugar dentro de la humanidad en general. Se ve expuesto cada vez más a cosas y situaciones nuevas. Toma conciencia de los demás niños en cuanto personas semejantes a él y llega a ser capaz de comunicarse con ellos directamente.

La conciencia que tiene el niño tanto de su persona como del ambiente se va incrementando a medida que el niño se diferencia más psicológicamente de su entorno, a medida que va distinguiendo los acontecimientos externos de los internos, aprendiendo a postergar la acción a favor de la contemplación, la reflexión y el sentimiento. Cuanto más es la conciencia que tiene el niño de sí mismo en cuanto individuo autónomo, más se ve llevado a cuestionar su propia identidad y más le preocupa su integridad personal. La sensación de vulnerabilidad que acompaña a la creciente autoconciencia se expresa a menudo en temores
específicos. Así como el desarrollo intelectual depende de la relación afectiva con el mundo, el temor deriva del conocimiento de la propia vulnerabilidad y los peligros del ambiente. Los temores no son necesariamente realistas. Aparecen nuevos temores sobre su integridad física y a medida que toma conciencia de los peligros aumenta su miedo.

Esta edad es un periodo de rápidas fluctuaciones entre la sobre-dependencia y una resuelta independencia, entre la competencia y la ineptitud, entre la madurez y el infantilismo, entre la masculinidad y la femineidad, entre una simpática afectuosidad y bruscos impulsos destructivos.

En la primera fase de los años sigue siendo un deambulador. Existe toda una tierna inmadurez que se aferra a un osito de peluche o una sabana.

A los ojos del niño sus padres son los auténticos depositarios de toda la sabiduría, la fuerza y en virtud del mundo incluyen a las personas cercanas que no pertenecen a su familia.
Comienza a establecer genuinos vínculos con nuevos adultos, como la maestra y con sus pares, hasta que puede interactuar por tiempo prolongado con ellos. Sin embargo sigue necesitando la cercanía de una persona adulta que la mime un poco en algún momento de aflicción. Algunos niños cuentan desde pequeños con parientes que los atienden y por tanto suele ser más fácil para ellos aceptar nuevos adultos u otros niños si su experiencia de contacto en el barrio es intensa. En palabras de Bowly, en "Teoría del Apego", "el niño necesita un referente adulto que le brinde seguridad y confianza y en la posibilidad de que ese niño se relacione con una o más personas le abre, le facilita, el desarrollo de la independencia evitando la dependencia en uno solo".

La conducta social del niño ronda alrededor del juego. El niño convierte en juego todo lo que hace. Hay una seriedad nueva en los juegos como si probara deliberadamente papeles para aprender y experimenta estilos de vida. Se sumerge tanto en el juego que se enoja si otro niño no desempeña bien su papel. Su creciente gama emocional, conocimientos y la aptitud intelectual le dan mayor alcance a su imaginación. Su juego se vuelve cada vez más social, colaborador y cooperativo. El juego dominante es el dramático, representación de roles de la vida doméstica, del mundo en general y de la fantasía. Este estilo de juego es un método de aprendizaje y de identificación, un medio para saber cosas de los demás y probar como sería ser diferente, ponerse en el lugar de otro, ser como sí. Las gratificaciones se presentan en la sensación mágica de poder y participación que no puede conocer en el
mundo real.
En un principio los niños no sienten la necesidad de asumir papeles correspondientes a su mismo sexo ya que recién comienzan a darse cuenta de las diferencias físicas y no tienen una noción de los roles socialmente definidos. Se desarrollan amigos imaginarios que tienen una presencia casi real.

Se manifiesta más claramente el estilo personal según los rasgos u orientaciones: como líder o participante, espectador o solitario.
Más tarde los niños comienzan a hacer cosas en grupo, lo que se denomina juego asociativo. Se congregan para jugar a hacer lo mismo que los otros. En los momentos de calma suelen entablar conversaciones afectivas, monólogos duales o colectivos. También logran seriamente comunicarse, dando o logrando información.
Suelen ser muy pasionales y las enemistades son tan inestables como las amistades. Si bien las diferencias de sexo no son muy importantes, los varones y las niñas exhiben pautas de conflictos muy distintas. Ellos son más belicosos que las niñas, quienes aprenden a usar la palabra como arma, intentando resolver los conflictos arrebatándole los objetos y huyendo con ellos.

Estas son las características de los participantes del proyecto de campamento en el Jardín de Infantes. Niños que son conocidos por los docentes que los acompañan como la maestra y el profesor de Educación Física en el contexto de su sala. Docentes que conocen, respetan y evalúan de cerca el proceso de aprendizaje y actitudinal de los niños.


Imagen | www.family-ymca.org
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...